Javier Milei, o novo presidente da Argentina: em princípio, muitas das ideias dele não são “coisas que nunca foram tentadas”, e sim “coisas que já foram tentadas e deram errado” CRÉDITO: TOMAS CUESTA_GETTY IMAGES_2023
Un país desconocido
Los últimos días de las elecciones presidenciales en Argentina
Leila Guerriero | Edição 207, Dezembro 2023
8 DE OCTUBRE, DOMINGO_El avión de Iberia parte desde Madrid hacia Buenos Aires a las 12 del mediodía de hoy. Después de un mes y medio de viaje por España e Italia, necesito desprenderme de la abstinencia de escritura que cobra la forma de una tensión acumulada en el cuerpo, ahora transformado en un misil ansioso por descargar su simiente. En pleno vuelo, reviso el teléfono que siempre olvido poner en modo avión, a pesar de las advertencias emitidas antes del despegue que indican que eso es indispensable para no interferir con los mandos y evitar que la mole de toneladas de acero, mantas, almohadas, luces de lectura, maletas de cabina y baños con agua no apta para el consumo humano se desmorone desde el salvapantallas azul del cielo y se despedace contra la tierra.
El 22 de octubre hay elecciones presidenciales en la Argentina. Los candidatos son el peronista Sergio Massa – ministro de economía del gobierno peronista/kirchnerista actual –, la candidata de derecha – moderada – Patricia Bullrich y el candidato de derecha –extrema – Javier Milei, los tres con posibilidades de ganar (posibilidades que ascienden y descienden como los picos y mesetas del electrocardiograma de alguien con problemas cardíacos), además de Myriam Bregman, del Frente de Izquierda, y de Juan Schiaretti, un peronista moderado, que siguen en carrera pero sin posibilidades. Los mensajes de WhatsApp de mis amigos, ante la inminencia de mi regreso, repiten lo mismo: no vuelvas, esto es un infierno, el dólar a 900 pesos, a 950, a 1.000, Milei va a ganar, Massa es más de lo mismo, Bullrich es una incompetente.
Hace poco, en un correo electrónico, el escritor argentino Rodrigo Fresán, que vive en Barcelona, me escribió: “Buen regreso a Argh!entina”. Una forma adecuada de mentar a un país con una deuda pública de 403.809 millones de dólares y 140 por ciento de inflación anual, habitado por más de 46 millones de personas de las cuales más del 40 por ciento son pobres, donde cada seis o diez años nos sumergimos en una crisis que arrasa con generaciones. ¿Por qué quiero regresar a un país así? No encuentro explicación. Tampoco la encuentro al hecho de que gobernarlo, presidirlo, dirigir sus destinos, sea, cada cuatro años, una ambición que tantos acarician con enorme entusiasmo.
DONDE SE EXPONEN ALGUNOS RASGOS DE LOS TRES CANDIDATOS PRINCIPALES
Patricia Bullrich, candidata de la alianza Juntos por el Cambio: en su juventud fue peronista, durante el gobierno de Carlos Menem fue diputada por el Partido Justicialista, luego ministra de trabajo del presidente radical Fernando de la Rúa, luego ministra de seguridad del gobierno de derecha de Mauricio Macri (que comenzó en 2015 y terminó en 2019). En los operativos de seguridad, vestía ropa de camuflaje. Esa vestimenta de Rambo femenino le valió burlas, igual que su estilo capilar, que la transformó en un meme en el que se la compara con El Increíble Hulk. También se dijo que tenía problemas con el alcohol y se difundieron videos de misoginia evidente a los que se les había ralentizado la velocidad para que pareciera borracha. Sus spots de campaña muestran imágenes de robos violentos y dicen “Si no es todo, es nada”, insinuando que votar al candidato peronista es el fin. Su propuesta de gobierno consiste en una frase: “Hay que acabar con el kirchnerismo.”
Sergio Massa, candidato de Unión por la Patria, un espacio peronista, movimiento al que muchos señalan como el grado cero del comienzo de todos los problemas y otros como el lo que hizo que Argh!entina alguna vez fuera Argentina, un vergel de producción, empleo y movilidad social (aunque ya nadie se acuerde de cómo era eso). Tras la crisis de 2001, durante el gobierno del peronista Eduardo Duhalde, fue gestor de la Administración Nacional de la Seguridad Social (la caja que administra el dinero de las jubilaciones). Desde 2007, incorporado al espacio político de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, fue elegido intendente de Tigre, una localidad del conurbano bonaerense.
En 2015, enfrentado a Cristina Kirchner, se presentó como candidato a presidente por un espacio propio, y perdió. En 2017 dijo: “Yo con el kirchnerismo no voy ni a la esquina porque van a las elecciones en busca de fueros”, acusando a Cristina Kirchner de presentarse como candidata para buscar inmunidad parlamentaria ante una eventual condena por corrupción. Ese año se presentó a senador por la provincia de Buenos Aires, y volvió a perder. En 2019 se reconcilió con el kirchnerismo y ganó una banca de diputado por ese partido.
En finales de julio de 2022 se reconcilió aún más y desde ese momento es Ministro de Economía del presidente Alberto Fernández (un hombre que gobierna desde 2019, aunque ahora su peso en la política argentina es inexistente), cuya vicepresidenta es Cristina Kirchner. Bajo su gestión como ministro, la inflación llegó al 140 por ciento anual, el dólar blue – un dólar clandestino que duplica o triplica al oficial y es el que cuenta – trepó de 290 a 1000 pesos, y aunque la regla es que el candidato de un gobierno con problemas económicos jamás gana elecciones, este parece resistirse a cumplirla. Promete bajar la inflación, estabilizar la economía y empezar a crecer (ante lo que muchos se preguntan: “¿Por qué no hace todo eso ahora, mientras es ministro de economía?”).
Javier Milei, candidato de La Libertad Avanza, un espacio creado por él mismo en 2021. Se define como “libertario”. Llegó por primera vez a la televisión en julio de 2016, invitado como panelista al programa Animales sueltos, emitido por AméricaTV. Fue el economista con más minutos al aire entre 2017 y 2018. Su aparición hacía subir el rating en cinco o seis puntos. Su peinado, un brushing que se asemeja a la peluca de una mujer mayor, y sus patillas al estilo Wolverine, llamaron tanto la atención como las maneras enardecidas con las que gritaba que había que eliminar el estado y que los políticos eran “casta, lacras, parásitos, chorros, basura”. Habla con Conan, su perro muerto, a través de una telépata interespecies, y lo ha clonado en cuatro ejemplares que llevan los nombres de economistas liberales. Su padre lo molía a golpes y hace años que no habla con él (ni con su madre, a la que considera cómplice).
En 2021 se presentó a elecciones legislativas. Nadie lo tomaba en serio, pero sacó un 17% de los votos en la ciudad de Buenos Aires y ganó dos bancas, la suya y la de Victoria Villarruel, ahora su candidata a vicepresidenta, presidenta a su vez del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), que exige que el Estado reconozca como víctimas del terrorismo a los militares de la dictadura que comenzó en 1976 y terminó en 1983. Milei sostiene que en los 70 “hubo una guerra” en la que el estado cometió “excesos”, que “también los terroristas mataron gente y cometieron delitos de lesa humanidad”, poniendo en paridad el terrorismo de estado con las acciones de la guerrilla armada.
Propone dolarizar la economía, cerrar el Banco Central, privatizar la salud y la educación, desregular el mercado de armas, permitir la venta de órganos, realizar un plebiscito para derogar la ley del aborto. Sostiene que, con el paso del tiempo, podría plantearse la venta de niños. Asegura que la justicia social es una aberración porque implica robarles a unos el fruto de su trabajo para dárselo a otros. Sostiene que el Papa es la representación del Maligno en la tierra por, entre otras cosas, apoyar el pago de impuestos y tener “afinidad por los comunistas asesinos”. Propone cerrar diez de los dieciocho ministerios existentes y eliminar el Conicet, el centro de investigación científica de mayor relevancia del país. Dice: “En mi mundo ideal no existe el estado” y “El Estado es el pedófilo en el jardín de infantes, con los nenes encadenados y bañados en vaselina.”
Se presenta a sus actos de campaña con una motosierra, que representa la forma en que piensa embestir contra el sistema: destrucción total. Acusó a Patricia Bullrich de haber puesto bombas en jardines de infantes como integrante de Montoneros, la guerrilla armada de extracción peronista que actuó en los años 1970 (ella negó haber sido montonera y lo denunció ante la justicia por esos dichos). Su objetivo es “aniquilar al kirchnerismo”. El símbolo de Milei es un león. Sus consignas son “La casta tiene miedo” y “Viva la libertad, carajo!” Su aliada incondicional es su hermana Karina, a quien llama “el jefe”. Cada vez que la menciona llora. Esa hipersensibilidad ha desatado rumores respecto del vínculo fraterno.
Dos candidatos que son material reciclado de sí mismos (una mujer que fue peronista, luego radical, luego de derechas; un peronista giratorio –acomodaticio- que criticó a la vicepresidenta del gobierno del cual él forma parte), y un sujeto que recibe mensajes de su perro muerto pelearán en el barro para gobernar la Argentina. Argh.
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Llego a Buenos Aires el domingo en la noche. Llamo el ascensor. No viene. De hecho, no funciona: está en la planta baja, sumergido unos cincuenta centímetros por debajo del nivel normal. Toda una metáfora de bienvenida: hundido. Subo la maleta por la escalera. Cinco pisos.
DONDE SE CUENTA CÓMO SE LLEGÓ HASTA AQUÍ
Las Paso, elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, en las que los partidos políticos presentan sus precandidatos a presidente y la ciudadanía elige cuál será el definitivo, se llevaron a cabo en la Argentina el domingo 13 de agosto, casi dos meses antes del viaje del que acabo de regresar. Ese día voté a la una de la tarde. Había larguísimas filas y demoras de más de dos horas como consecuencia de un sistema que consistía en el uso de dos boletas, una de papel, para elegir candidato a presidente, y una electrónica, para elegir candidato a jefe de gobierno de la ciudad. En el sitio donde emití el sufragio sólo había cinco personas antes que yo, pero tuve que esperar cuarenta minutos porque cuatro no lograron entender cómo utilizar la máquina que emitía la boleta.
No recuerdo qué hice en la tarde pero sí lo que pasó en la noche, porque fue uno de esos momentos “históricos” más bien “histéricos”: el recuento de votos avanzaba y los canales de noticias mostraban un mapa de la Argentina que se teñía progresivamente de color violeta, el color del partido de Milei. ¿Un hombre que revivía la idea, ya discutida y superada, de que en la dictadura no hubo terrorismo de estado sino “excesos”, que quería terminar con la salud y la educación públicas, que proponía dolarizar y acabar con la moneda nacional, que apoyaba la venta de órganos y de armas, estaba primero en la elección? Ese día, Milei ganó con el 29,86 por ciento de los votos; Patricia Bullrich terminó segunda con el 28 por ciento; y Sergio Massa, con el 27,28, logró que el peronismo hiciera la peor elección de su historia. Después de conocer los resultados definitivos, miré hacia los edificios vecinos. ¿Cómo reconocer, entre todas esas personas, a quienes habían votado así? Me sentí rodeada. Una anomalía. Un error del sistema.
Al día siguiente, un periodista llamado Jonatan Viale invitó a su programa en el canal LN+, perteneciente al diario La Nación, cuya línea editorial es opositora al oficialismo, a Javier Milei. En una pizarra podía verse el organigrama del Estado con los ministerios actuales. Viale, con tono pícaro, le dio un marcador a Milei y le preguntó: “¿Qué tachás?” Milei leyó en voz alta: “¿Ministerio de turismo y deporte?” Y tachó. “Ministerio de transporte. Afuera. Ministerio de trabajo. Chau.” Obras públicas, tachado. Ministerio de la mujer, tachado. Educación, Desarrollo Social. Ministerio de cultura. Ministerio de Ciencia, tecnología e innovación. Todo tachado. Cada tanto explicaba que tal o cual ministerio quedaría dentro de un megaministerio misterioso llamado Capital Humano. Viale preguntó: “¿Y el Conicet?” Milei: “Que quede en manos del sector privado.” Viale, riéndose: “Uy, vas a tener un despelote. ¿El Conicet en manos del sector privado?” Milei: “Que se ganen la plata con bienes de mejor calidad a mejor precio, como hace la gente de bien.” Viale: “Y qué vas a hacer con la gente que vive del estado y que trabaja en el Conicet?” Milei: “¿Qué productividad tienen? Qué han generado?” Viale, sin mucha convicción: “Desarrollo, investigación.” Milei: “No se nota.” El programa terminó con Milei diciendo: “El problema no es que el dólar sube. Es que el peso argentino no vale ni excre… ni excre…” Viale ayudó: “Ni excremento.”
Una semana después, emprendí aquel viaje con una sensación de final de camino. De que algo terrible podía pasar.
9 DE OCTUBRE, LUNES_A la mañana salgo a hacer algunas compras. Llevo una buena cantidad de billetes de 500 y de 1000 pesos (cada uno equivale a 50 centavos o a 1 dólar). Compro pan, jamón, queso, agua. La empleada del supermercado Día, muy barato, me dice: “Cinco mil quinientos pesos”. Por las mismas cuatro cosas, antes de mi viaje, hubiera pagado tres mil. Me asusto y, lo que en mí es apenas susto, en millones de argentinos es desesperación.
A la tarde doy, como cada lunes, un taller para periodistas en mi casa. Aunque nunca propicio conversaciones que no tengan que ver con el tema que nos ocupa – los diferentes recursos de la no ficción –, de inmediato comenzamos a hablar de las elecciones. Mucho sobre Milei, menos sobre Massa, nada sobre Bullrich. Creo que hay entre ellos bastantes kirchneristas, quizás algún partidario de Juntos por el Cambio, sé con certeza que hay gente de izquierda, y me parece improbable que alguno haya votado a Milei, pero me pregunto si, de haberlo votado, lo dirían. Porque ninguna de las personas de mi entorno reconoce haberlo hecho. Las estadísticas no me dan.
10 DE OCTUBRE, MARTES_Llega un correo electrónico de Iberia. Quieren que evalúe la calidad de la sala VIP del aeropuerto de Barajas. Puntúo, de uno a diez, el confort, la conexión a internet. A la comida le pongo un cinco – intermedio –, y me piden que amplíe. Amplío: comida muy condimentada, fritos y picantes, no demasiado saludable para ingerir antes de un vuelo. Me siento miserable. La gente que vota a Milei es muy diversa, se dice que sobre todo varones jóvenes y heterosexuales, pero la mayoría son personas sin trabajo, o cuya economía está arrasada. Viven en casas sin agua potable, dependen de la salud pública cuyos tiempos de atención son cruelmente laxos. Jamás han estado en el VIP de Iberia. Me he pasado la vida entrevistando a gente así, escuchando sus historias. Milei propone ser el ángel exterminador de la salud y la escuela pública, permitir que el mercado se regule solo, retirar al estado de la vida de los ciudadanos. Con esas ideas logró ser el candidato más votado en la Villa 31, uno de los barrios más humildes de la ciudad de Buenos Aires donde lo habitual es que arrase el peronismo. ¿Qué les da Milei a personas que no tienen nada y a las que promete quitarles todo? Quizás la clave está en eso: en que no tienen nada y, por tanto, no puede quitarles nada.
A las 10 de la mañana abren los mercados financieros y el dólar empieza a trepar. A la una de la tarde parto hacia la casa de un músico, para entrevistarlo, pero antes enciendo el televisor y veo que el dólar blue está a 1.010 pesos. Ayer estaba a novecientos. O eso creo. Es difícil saberlo: el dólar se comporta como una ola de calor y uno ya no recuerda, cuando llega el pico máximo, cuál era la temperatura del día anterior porque, de todos modos, ya era un infierno. Las voces del oficialismo insisten en decir que ese dólar se mueve “en un mercado chico, poco significativo”. Pero, si aumenta el dólar blue, aumentan los combustibles, la carne, la cuota del colegio, el seguro del auto y las operaciones de vesícula. De modo que cuando las voces oficiales intentan llevar calma diciendo “Es un mercado muy chico”, sólo logran esparcir material muy inflamable sobre la muy inflamada sociedad que, además de ganar cada vez menos y gastar cada vez más, siente el efecto enloquecedor que experimentan quienes aseguran ver personas muertas y a quienes nadie les cree.
Esa suba del dólar, se dice, es producto de una frase disparada por Javier Milei en una entrevista radial del día de ayer, lunes 9, en la que desaconsejó ahorrar en pesos: “Jamás en pesos. El peso es la moneda que emite el político argentino, por ende no puede valer ni excremento.” Por su parte, Ramiro Marra, candidato a jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires por La Libertad Avanza, posteó en X: “NO AHORRES EN PESOS. Cuidá tu dinero, te costó mucho ganarlo.” Al decir de los medios, esas frases empujaron la corrida del dólar ilegal. Yo contemplo todo un poco atónita. Cincuenta y siete días antes, durante aquella entrevista en LN+, Milei, ayudado por Jonatan Viale, había dicho lo mismo – “los pesos argentinos son excremento” –, y no pasó nada.
Llego a la casa del músico. Hablamos de la guerra entre Israel y la Franja Gaza. Me dice “Esto es el fin del mundo.” Por un momento, siento que no me habla de la guerra sino de otra cosa.
11 DE OCTUBRE, MIÉRCOLES_¿Cuándo fue la última vez que supe algo del presidente Alberto Fernández? En unos días más, el periodista Jorge Lanata dirá en su programa de radio que le llegó información acerca de que está separado de su mujer, Fabiola. Alberto, que está en China, desmentirá el rumor diciendo que son “canalladas”, pero nadie se sentirá conmovido, ni por el chisme ni por la desmentida. Podría estar casado, separado o teniendo un amorío: daría igual, como nos dan igual las historias de personas que no nos interesan. Sin embargo hoy, martes 10 de octubre, el presidente es noticia porque presentó una denuncia contra Javier Milei y Ramiro Marra por “infundir temor público”. En la denuncia dice: “Como consecuencia […] de ese grupo de manifestaciones públicas y masivas, y del temor consecuente, el valor de dicha moneda extranjera (el dólar) para el mercado paralelo ascendió estrepitosamente”. En julio de 2019, cuando era candidato a presidente por el kirchnerismo, mientras Mauricio Macri gobernaba el país, Alberto Fernandez dijo en una entrevista: “Todos saben que el dólar está subvaluado […] Es un negocio que hace Macri de mantener el dólar planchado para que la gente tenga la sensación de una economía estable, pero […] la inflación mensual esta arriba del 2,5 por ciento”. Al día siguiente, los diarios titulaban: “El dólar reaccionó al alza tras los dichos de Alberto Fernández”. Llegó a 44,93, el precio más alto desde el 14 de junio anterior. Nadie denunció a Fernández en esa ocasión. Su denuncia sobreactuada le da razón a Milei que, allí donde le pongan un micrófono, grita “¡La casta tiene miedo!”
Ante el aumento del dólar, Bullrich dice: “La gente debe estar con bronca con Milei porque lo que hizo fue prender más el fuego, poner más chispas, para que el país explote. Y creo que ningún argentino quiere que el país explote.” Si hay que juzgar por lo que se votó –un señor que empuña una motosierra al grito de “¡Que se vayan todos!” – yo diría que millones quieren que el país explote. Lo contrario sería como creer que un montón de gente está a favor de los conflictos armados pero contra el uso de la pólvora.
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El secretario general del sindicato de gastronómicos, Luis Barrionuevo, un hombre que en 1990 dijo por televisión: “Tenemos que dejar de robar por lo menos dos años”, compromete su apoyo a Javier Milei. Milei, que desprecia a “la casta”, incorpora a un hombre que es emblema de la casta sindical al purísimo corazón de su partido.
12 DE OCTUBRE, JUEVES_Hoy debería ser feriado, pero no es. Se conmemora el día en que Colón llegó a esta parte del mundo. Durante años, el feriado fue inamovible y se lo conoció como Día de la Raza. Tengo recuerdos de los actos del colegio: niños disfrazados de indios luchando contra niños disfrazados de conquistadores, los nombres de las carabelas recitados como si fueran la santísima trinidad: la Santa María, la Niña y la Pinta. Hace unos años, alguien se preguntó si no resultaba raro festejar el día en que se había dado inicio a un proceso de apropiación de tierras, aniquilación de habitantes locales y saqueo de bienes.
Así que desde 2010 se le cambió el nombre a Día del Respeto a la Diversidad Cultural Americana. Desde entonces, el feriado pendula: si cae martes, lo pasan al lunes; si cae jueves, lo pasan al viernes. Ya nadie habla de las carabelas sino del éxito de la ocupación hotelera en las ciudades de la costa. Este 12 de octubre, además de pasarse a mañana, viernes, se extiende al lunes en una larguísima parcela de ocio. Según Matías Lammens, el ministro de Turismo y transporte – ministerio que dejará de existir si gana Milei –, se prevé un “fin de semana largo absolutamente récord”, con un millón y medio de argentinos viajando por el país.
Salgo a mirar, y veo, como esperaba, que los bares están repletos. Hay restaurantes que no tienen reservas hasta principios de 2024. El fenómeno es inexplicable en un país en crisis, pero dicen que es porque el peso no vale nada y la gente prefiere gastar el dinero en experiencias que guardarlo y dejar que se devalúe. Nunca entenderé cómo es que tantos no se sublevan contra los pocos que pueden permitirse pagar por una cena – y un recuerdo – lo que ellos no ganan en una semana.
Se da a conocer la inflación de septiembre: 12,7 por ciento, la cifra mensual más alta desde febrero de 1991.
A las cuatro y media voy a un teatro, a presenciar el ensayo del músico al que entrevisto. Tomo el subte, bajo en pleno centro. Cruzo la Avenida 9 de julio, el lugar de todos los festejos y todos los conflictos. Allí se reúnen los hinchas de Boca o de River cuando hay que festejar. Allí se manifiestan los sindicatos, los movimientos sociales. Ahora todo parece tranquilo, si es que se puede llamar “tranquilo” a un escenario en el que hay decenas de personas que tienen en común con el Día de la Raza que les han cambiado el nombre. Ahora son “personas en situación de calle”, como si la palabra “situación” hiciera de su “situación” algo pasajero, un accidente en la vida antes de retomar sus existencias de gerentes de banco. Cruzo la avenida pensando que entre la gente que me rodea muchos habrán votado a Milei. Me obligo a pensar que también habrá votantes de los otros candidatos, pero sólo los de Milei me parecen bombas ocultas esperando el momento de estallar, aún cuando hay, entre ellos, muchos que siempre me han parecido víctimas de la desigualdad y el deterioro social. Sin embargo, ahora me habita un solo pensamiento: dónde están, cómo me voy a dar cuenta. Son cosas que uno no piensa acerca de la gente desfavorecida sino de un enemigo.
Esa noche, cuando vuelvo a mi casa, veo que en sus redes sociales Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidente de Javier Milei, posteó: “¡Feliz día de la Hispanidad! Un día como hoy sucedía una de las epopeyas más importantes de la historia de la humanidad, se avistaban las tierras del continente americano y dos culturas se unían en la hermosa mixtura que es Hispanoamérica.”
13 DE OCTUBRE, VIERNES_Hoy sí, feriado. La ciudad está vacía. Salgo a caminar. Pasa una mujer de unos 30 años. Panties color rosa, el pelo mal teñido de rubio. A su lado, una nena. La mujer lleva, como si fuera un estandarte, una torta de cumpleaños. El único adorno que tiene la torta es un muñeco de Javier Milei junto al número 8 cubierto de glitter dorado.
Mientras yo estaba en Italia, se difundieron fotos de un hombre llamado Martín Insaurralde que, al momento de ser fotografiado, en 2022, era jefe de gabinete de la provincia de Buenos Aires que tiene siete millones de pobres. En las fotos se lo veía con una chica de cuerpo cromado, ambos a bordo de un yate de lujo en la Costa de Marbella. El mes pasado, cuando esas imágenes se difundieron, el hombre era intendente de Lomas de Zamora y candidato a concejal por el peronismo. Los gastos del viaje habían superado los 55.000 euros. Hubo escándalo, le pidieron la renuncia, renunció.
Pocos días antes de todo eso, Martín Krause, un hombre que, de ganar Milei, se haría cargo del área de educación, dijo en una charla: “Imagínense si en la Gestapo hubieran sido argentinos, ¿no hubiera sido mejor? Porque en vez de matar 6 millones de judíos, hubieran sido menos. Porque hubiera habido coimas, ineficiencias, se hubieran quedado dormidos. Pero eran alemanes. Ese fue el problema.” Entidades y partidos políticos repudiaron sus dichos. Krause se disculpó. Milei lo respaldó en la red social X: “Los opositores que se están montando a la cancelación de un hombre intachable como Martin Krause en este país repleto de corruptos, delincuentes y asesinos por una frase desafortunada por la que se disculpó. Nosotros no entregamos gente buena por errores.” Cuando leí eso, todavía en Italia, pensé que Milei ya había ganado. Que el límite de lo que los argentinos estábamos dispuestos a admitir – que alguien tuviera un discurso reivindicativo de la dictadura, antisemita o xenófobo – desapareció sin que nadie lo advirtiera. Mi voluntad de entender comienza a mezclarse con la ira.
Pienso en la señora y la torta y el muñeco. ¿Qué tiene en común esa señora con este hombre que quiere privatizarlo todo, incluso la escuela a la que quizás vaya su hija? En verdad, ¿qué tiene en común esa mujer con Patricia Bullrich o con Sergio Massa? Nada. Ni con ninguno de los presidentes argentinos. Hay un libro de Martín Gambarotta llamado Sangría. Allí leí estos versos: “Dan a entender que podrías llegar/a ser como ellos, te alientan a que/intentes ser como ellos, te tratan/como si fueras igual a ellos/porque saben que nunca/serás uno de ellos”.
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Entro a Mercado Libre y busco merchandising de Milei: hay muñecos de Milei (empuñando la motosierra, rompiendo a mazazos el Banco Central), tazas de Milei, ropa deportiva de Milei, llaveros de Milei. Al rato, me llegan correos electrónicos desde Mercado Libre: “Estuviste buscando remeras de Milei. No te podés perder esta.” El algoritmo no tiene moral. Estoy a punto de bloquear el remitente cuando me doy cuenta de que, si lo hago, no podré recibir confirmación de los productos que compre en el futuro. Lo cual me hace sentir despreciable.
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La palabra del momento es “irresponsable”. Todos los medios, kirchneristas y antikirchneristas, se pusieron de acuerdo en llamar a Milei “irresponsable” por los dichos que dispararon la cotización del dólar. Sus votantes apoyan a un hombre a quien no le parece mal que en el futuro se puedan vender niños, defiende la tenencia de armas y quiere privatizar la salud y la educación. ¿La palabra “irresponsable” puede infundirles miedo?
14 DE OCTUBRE, SÁBADO_¡Sorpresa! Hoy Patricia Bullrich anuncia que, si ella gana, Horacio Rodríguez Larreta será su jefe de gabinete. Rodríguez Larreta es jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires y fue el archirrival de Bullrich en las Paso: le disputó la candidatura a presidente de Juntos por el Cambio. Se presentaba como una opción moderada a la opción de derecha moderada de Bullrich, o sea que la de Larreta sería una derecha “moderada-moderada”. Allí donde los spots de campaña de Bullrich decían “Si no es todo, es nada”, Larreta decía: “Nuestro mensaje no es ‘todo o nada’. Yo creo en escuchar antes que hablar. Y ese mensaje está entrando.” No entró mucho, porque perdió. Verlos ahora lado a lado, ella hablando de la necesidad de trabajar juntos, él diciendo “sos la persona capacitada para llevar adelante el cambio que la sociedad argentina necesita”, es como ver a Tom y Jerry nadando desesperadamente hacia el muelle perseguidos por un tiburón.
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El programa nocturno de este sábado es poco sexy: quedarse en casa y ver la tele. Hoy están invitados al programa de Mirtha Legrand – una conductora de 96 años que lleva cincuenta y cinco haciendo este envío que consiste en hablar de actualidad mientras se come –, Patricia Bullrich, su candidato a ministro de economía, Carlos Melconian, y dos periodistas, uno de ellos Jonatan Viale. Patricia Bullrich empieza con información relevante: dice que intenta cuidarse con las comidas durante la campaña, de modo que le quita el relleno a las empanadas con una cucharita para no ingerir harinas. Legrand le pregunta a Melconian qué hay de cierto en los audios que se filtraron estos días en los que se lo escucha, con voz lúbrica y demandante, hablar con una mujer en lo que parece ser una transacción: algo sexual a cambio de un puesto en el estado. La hipótesis de Bullrich/Melconian es que, con la inteligencia artificial, “te cambian todo, te inventan todo”, sugiriendo que la voz no es la de él. Melconian capta que eso no convence a nadie y balbucea: “Supongamos que haya sido yo.” “¿Pero sos vos?”, le pregunta Jonatan Viale. “No, pero supongamos que haya sido yo.” Y así, por un rato. La política es el arte de borrar el pasado. Dentro de dos semanas nadie recordará los audios. Uno de los ataques que recibe Milei está relacionado con su propuesta de que la población civil tenga libertad para armarse. En el debate presidencial que se hizo el 8 de octubre, Bullrich dijo: “Milei quiere liberar las armas […] A las mamás y los papás les digo que si se liberan las armas […] van a masacrar chicos en las escuelas.” En 2018, cuando era ministra de defensa del gobierno de Macri, Bullrich dijo: “El que quiera estar armado, que ande armado; el que no quiera estar armado, que no ande armado. La Argentina es un país libre.” Nadie lo recuerda. Somos grandes editores del pasado cercano.
15 DE OCTUBRE, DOMINGO_Seguimos rodeados de fechas relevantes. Hoy es el Día de la Madre. Mi pareja va a almorzar con su madre, su hermana, su sobrina, su tía, y regresa a la tarde, amargado. Dice: “¿Podés creer? Mi tía va a votar a Milei. Dice que iba a votar a Bullrich, pero que la vio hablar en un video y le pareció borracha. Que prefiere votar a un loco que a una borracha.”
Por la noche, se emite un programa especial de Mirtha Legrand al que están invitados Sergio Massa, su mujer, Malena Galmarini, y Moria Casán, que está casada con el padre de Malena Galmarini, de modo que es la madrastra de Malena y la suegra de Massa. Vedette, actriz, conductora, tiene un estilo desfachatado, se llama a sí misma “Obelisco con tetas”, aludiendo al hecho de que ya es un símbolo de la argentinidad, y suele recomendarle a Massa “Bañate con vaselina”, para que las críticas le resbalen. Massa arranca hablando de macro economía: dice que 2024, gobierne quien gobierne, va a ser un gran año para el país porque ahorraremos 7.000 millones de dólares en energía – estará casi en pleno funcionamiento el Gasoducto Néstor Kirchner, que se inauguró este año y lleva gas a toda la Argentina –, que exportaremos energía por 7.000 millones más, que le venderemos al mundo no sé cuántos millones en productos del agro. Hay un cuento clásico: una lechera se entusiasma pensando en todas las cosas que comprará cuando venda la leche que lleva en su cántaro, y va tan distraída haciendo cálculos que tropieza, el cántaro se rompe, le leche se pierde y, con ella, todas las ilusiones. En un momento, Legrand le pregunta a Malena Galmarini, que se abanica, si tiene calor. Galmarini responde: “Sí.” Legrand le pregunta si hace calor en el estudio. Galmarini dice: “Puede ser, pero es la menopausia.” Ole. La invitada hablando del último tabú femenino: los sofocos, la revolución hormonal, todo eso que se supone debe simularse emitido para millones de personas en el prime time de la televisión. Al fin alguien dice algo auténtico en esta campaña.
16 DE OCTUBRE, LUNES_Voy al teatro a ver un recital del músico al que entrevisto. Estoy en uno de los accesos laterales mientras la sala comienza a llenarse. Veo a una pareja de amigos escritores. Me acerco, conversamos. Él, un hombre de izquierda, dice: “Yo prefiero que gane Milei. Porque lo que propone él no se puede hacer, en cambio lo que propone Bullrich sí se puede hacer.” Pienso que lo que propone Milei también se puede hacer, y a un costo altísimo. Esa noche, al llegar a casa, le cuento a mi pareja la conversación. “Es un pensamiento riesgoso” – le digo – “Además, si Milei no hace lo que dice, la gente que lo votó lo va a prender fuego.” Él responde: “Nadie hace lo que promete. Sería uno más.”
17 DE OCTUBRE, MARTES_Hoy es el Día de la Lealtad Peronista. Se conmemora la fecha del año 1945 en que una multitud se concentró en Plaza de Mayo para pedir por la liberación de Juan Domingo Perón, detenido por el gobierno de facto de Edelmiro Farrell. Mientras Massa hace su acto de cierre de campaña – asegura: “Mi gobierno va a ser distinto a este”, en su empeño por despegarse de la sombra kirchnerista –, yo doy clases en un máster de periodismo. En un intervalo, hablo con un conocido que trabaja en la administración de la universidad.
– Yo quiero que explote todo – dice. – Lo voy a votar a Milei. Me da miedo que se vuelva un poco tirano, pero lo voy a votar porque es un cambio. Pero no lo van a dejar gobernar.
– ¿Y si no lo dejan gobernar?
– Se llamará de nuevo a elecciones. Lo bueno de Milei es que siempre sostuvo lo mismo. No cambió. Con el cierre de los ministerios estoy re de acuerdo. Lo primero que hago es cerrar el ministerio de la mujer. A ese le pongo una tapia. No hicieron nada, lo único que hacen es cobrar un sueldo. Es pura ideología de género.
– ¿Y lo que dice acerca de la venta de armas, de órganos?
– No, eso no lo va a hacer.
– Es parte de lo que propone.
– Si, pero no lo va a hacer.
Motivo raro para votar a alguien: estar seguro de que no va a cumplir lo que promete.
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Lilia Lemoine es una cosplayer, candidata a diputada nacional por La Libertad Avanza. Hoy habla en el canal de streaming Neura acerca de un proyecto de ley de “renuncia a la paternidad” que propondrá en caso de obtener el cargo: “No es justo que un hombre tenga que hacerse cargo de un hijo que no quiso tener. Ya que las mujeres tienen el privilegio de poder matar a sus hijos y renunciar a ser madres entonces, ¿por qué los hombres por ley tienen que mantener una criatura? ¿Porque les dijeron que tomaban la pastilla? Porque hay muchas mujeres que para enganchar un tipo se aprovechan.”
Una investigación realizada en 2021 por el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, reveló que en la Argentina siete de cada diez madres separadas no recibe la cuota alimentaria. La ley que pide Lemoine ya existe y funciona muy bien.
18 DE OCTUBRE, MIÉRCOLES_Al subir al ascensor de mi edificio me encuentro con E., la empleada doméstica de unos vecinos que son kirchneristas. Pregunta si estuve de viaje, porque lleva tiempo sin verme. Le respondo que estuve afuera del país. Me pregunta: “¿Es cierto que en otros países están mejor?” La candidez bestial de la pregunta me descoloca. Sólo atino a decirle que sí, pero no le digo que es otro nivel de existencia, que son sitios donde la palabra crisis designa otra cosa, no la desgracia para generaciones que implica aquí. Pregunta “¿Y a quién habría que votar?” El “habría” me deja la puerta abierta para no decirle a quién voy a votar. Le digo que Milei me parece una persona peligrosa. E. me dice “Ah, ¿y a la señora? A mí me gusta ella.” “La señora” es Bullrich, pero la gente como E. le interesa muy poco a Bullrich. Aunque ya no sé a quién le interesa la gente como E., que a duras penas llega a fin de mes con una inflación del 140 por ciento anual, propiciada por un candidato y ministro de economía que proviene de eso que se llama “campo nacional y popular”. Que, se supone, es el “campo” al que pertenece E.
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Mientras yo estaba de viaje, el sábado 7 de octubre se emitió un programa de Mirtha Legrand al que estuvieron invitados Javier Milei y su novia flamante, Fátima Flórez, una comediante de gran éxito. Su plato fuerte es la imitación de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la bestia negra de su pareja. El noviazgo se anunció apenas después de las Paso del 13 de agosto y espantó las habladurías acerca del vínculo entre Milei y su hermana Karina, por quien siente devoción, demasiada devoción, un montón de devoción. Busco el programa ya emitido. Resulta asombroso: las evidencias de que Milei y Flórez no son pareja, las maneras impostadas en que se declaran amor frígido, serían impresionantes si no provocaran vergüenza ajena. Ella es actriz. Si no puede hacerlo mejor es porque le resulta una tarea demasiado ardua.
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Hoy Milei cierra su campaña en el megaestadio Movistar Arena, a tres cuadras de mi casa. A las seis de la tarde hay largas filas de personas que llegaron allí a las dos para retirar entradas – son gratis –, y esperan para ver a su líder (que aparecerá en el escenario después de las diez de la noche). Veo, sobre todo, varones jóvenes, pero también familias con niños, y algunas –muy pocas- personas mayores. Algunos gritan “¡La casta tiene miedo!” Por una calle lateral, una agrupación avanza portando una bandera de La Julio Argentino, y gritando “¡Li-ber-tarios!” Julio Argentino Roca fue dos veces presidente de la Argentina (1880-86; 1898-1904), y llevó adelante la Conquista del Desierto, una serie de campañas militares que diezmaron a los pueblos originarios de la pampa y la Patagonia.
En uno de los accesos al estadio hay un cartel luminoso: “Milei 2023, La única solución.” Un hombre reparte billetes de cien dólares falsos con la imagen de Milei y Villarruel reemplazando a la Benjamin Franklin. Una mujer le pregunta: “¿Los vendés?”. El hombre, ofendido, responde: “Los regalo.” Converso con una chica que espera para entrar. Tiene 24 años, viene desde Hurlingham – un viaje largo desde el conurbano-, es diseñadora gráfica y trabaja en una imprenta.
– Nunca me movilicé por un político, es la primera vez. Acá veo mucha gente de mi generación. Lo que pasa es que mi generación nunca supo qué es estar bien. Yo trabajo, mi familia trabaja, justo ayer salió lo que hace falta para no ser pobre, 397 mil pesos, algo así. Juntando todos los salarios no llegamos a eso. Si ya estamos hechos mierda, ¿cuánto más mierda nos pueden hacer?
No se lo digo, pero pienso: “Mucho”.
Vuelvo a mi casa abriéndome paso entre militantes que cantan contra la casta y nenes con la remera de Milei. Busco, en la señal C5N, el programa Duro de domar, en el que varios panelistas – casi todos kirchneristas – discuten, entre la chanza y el análisis, cuestiones de actualidad. El conductor anuncia que transmitirán desde el megaestadio el discurso de Milei. La cámara muestra la multitud, una pantalla en la que se proyectan imágenes de edificios que se derrumban, explosiones atómicas, el rostro de un león en llamas y, entonces sí, Milei, gabardina larga oscura, aparece arengando al grito de “¡Primera vuelta, la puta que lo parió”. Abraza a sus correligionarios, arroja besos a Fátima Flórez que salta desde un palco. Comienza su discurso, que es el de siempre: la definición del liberalismo a los gritos, como si fuera un profesor colérico – “¡El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada!” –, el ataque a la casta, la idea de que “¡En el lapso de 15 a 20 años podemos ser como un país como Italia, España, Francia. Entre 20 y 25 años ser como Alemania, en 35 años ser como Estados Unidos y en 40 años ser como Irlanda!” Mientras habla, los panelistas de Duro de domar, que lo señalan como difusor del “discurso del odio” – en contraposición al del kirchnerismo, que sería “el discurso del amor” –, no lo escuchan: sólo se burlan de él. “Te hubieras quedado en tu casa”, “Callate, payaso”, “No tenés cerebro”, “Ma, sí, tirate al abismo.”
19 DE OCTUBRE, JUEVES_La vida del periodista es una vida esquizoide. Un día después de haber ido a las puertas del megaestadio, entrevisto a una persona que me cita en el hotel Alvear, uno de los más señoriales y caros de Buenos Aires. Voy en taxi y mientras avanzamos hablo con el conductor.
– Milei no es un santo de mi devoción – dice. – Ayer escuchaba el cierre de campaña y la verdad que tiene un grado de locura, pero a Massa no lo voto ni drogado. Para mí, votarlo a Massa es seguir bajo los mismos mafiosos de siempre No me preocupa lo que dice Milei de privatizar la salud, la educación, porque sé que muchas cosas son mediáticas y las dice pero no las va a hacer. Milei propone cosas que no se probaron nunca. Es un cambio. Lo único que quiero es que Massa no gane. Si gana Massa, para mí sería el día más triste que podamos tener. O que pueda tener yo.
Hay quienes votan a Milei porque propone “cosas que nunca se probaron”. En principio, muchas de las ideas de Milei no son “cosas que nunca se probaron” sino “cosas que ya se probaron y salieron mal”, como las privatizaciones de las empresas estatales –YPF, Aerolíneas Argentinas, las distribuidoras de energía eléctrica: todo eso se privatizó en los años 1990, durante el gobierno del peronista Carlos Menem, a quien Milei admira, y salió mal, al punto que muchas se reestatizaron –, las importaciones sin control – que en los años 1990 acabaron con la industria nacional-, etcétera. Las cosas que no se probaron, como la venta de órganos y la venta de niños, no parecen ser los motivos en los que sus simpatizantes se centran para votarlo (de hecho, parecen seguros de que no lo va a hacer). Las cosas que no se probaron en la Argentina pero sí en otros sitios, como la libre venta de armas, no parecen funcionar bien: en Estados Unidos, donde cualquiera puede comprar una ametralladora, el número de muertes por violencia con armas de fuego es de 4 por cada 100.000 habitantes: 18 veces la tasa promedio de otros países desarrollados.
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En X (ex Twitter) encuentro un hilo en el que se cuentan historias de “micromilitancia”: vecinos que hacen carteles a mano en los que escriben “Tus hijos no son déficit: defendamos el futuro, elegí a Massa”, o “Perder una elección en democracia es normal. El problema es perder la democracia en una elección.” La micromilitancia tiene un solo protagonista: Sergio Massa, el candidato más difícil de contar, que se desliza como una gran pastilla de clonazepam repartiendo aplomo, fingiendo que no escucha los ataques de Bullrich y de Milei. Mientras tanto, Cristina Kirchner permanece en silencio: no dice nada. Toda una estrategia de borramiento para propiciar la aparición de su candidato, que debe quedar libre de cualquier sospecha de ser kirchnerista. Massa no lo es – es partidario de él mismo –, pero con no ser no basta. Para ganar sabe que debe demostrarlo con potencia. Porque hay algo mucho más fuerte que el peronismo en la Argentina: el antiperonismo.
21 DE OCTUBRE, SÁBADO_Llego a Montevideo para participar de una charla organizada en el Teatro Solís. En la noche, cuando regreso al hotel, encuentro el mensaje de una colega de la ciudad de Rosario me cuenta que todos sus alumnos de periodismo deportivo, de entre 20 y 21 años, van a votar a Milei. Dos de ellos le dijeron que Milei les da miedo pero que lo van a votar igual porque “no queda otra”. Recuerdo la frase que me repetía un hombre al que conocí: “Entre la espada y la pared, siempre se puede elegir la espada.” Pero nos tranquiliza tanto convencernos de que no tenemos elección.
22 DE OCTUBRE, DOMINGO_Hoy se vota en la Argentina. En el aeropuerto de Montevideo demoro cuarenta y cinco minutos en pasar el control de seguridad, media hora en migraciones. Me dicen que las demoras se deben a que muchos argentinos que viven en Uruguay regresan para votar.
Mi pareja me recoge en el aeroparque, vamos al sitio donde voto. El proceso es muy rápido porque sólo se usa boleta de papel. Aunque tantos quieren “un cambio”, se nos dan mejor los métodos analógicos. De camino a casa, miro los diarios. La nota más leída de La Nación es el horóscopo: “Sepa cómo será su semana desde el 22 de octubre.” La realidad se impone, brutal, y nos aferramos a ideas mágicas.
La votación se cierra a las seis de la tarde. Los títulos de los canales, que transmiten desde los distintos bunkers, los sitios donde los candidatos esperan el resultado, son un derroche de creatividad: “Expectativa y cautela en el bunker de La Libertad Avanza”, “entusiasmo y tranquilidad en el bunker de Unidos por la Patria”, “clima de prudencia en el bunker de Juntos por el Cambio”.
El acto de cierre de campaña de Milei se hizo a tres cuadras de mi casa. El bunker de Unidos por la Patria está a cuatro. No sé si el hecho de que todo suceda en mi barrio, Villa Crespo, quiere decir algo. A las siete voy hasta allí. Una delegación de Uocra, el sindicato de obreros de la construcción, embiste bombos con el entusiasmo de quien se sabe ganador. Cantan: “No me importa lo que digan/lo que digan los demás/Yo te sigo a todas partes/Cada día te quiero mas.” En ese “no me importa lo que digan los demás” reside parte del problema: lo que no se quiso ver, lo que no se quiere ver, lo que posiblemente no se verá nunca: cómo llegamos hasta acá.
El fervor de las arengas es el electrocardiograma de un bunker: a más ruido, mejores noticias. Ahora suenan atronadoras pero, aunque pregunto, nadie sabe nada. Finalmente, ocurre lo inesperado: Massa se impone, con el 36,7% por ciento de los votos, sobre Milei, que reúne el 30 por ciento. Patricia Bullrich, con el 23,83 por ciento, queda fuera del ballotage. Regreso rápido a casa para ver los discursos de los candidatos por televisión.
Hace años, en el festival Chile Poesía, los poetas Gonzalo Rojas y Nicanor Parra libraron una despiadada guerra de pasos de tortuga por ver quién llegaba último al estrado y así acaparar los aplausos. Ganó Nicanor. Esta noche se produce la misma guerra de pasos de tortuga por ver quién habla último entre los candidatos. Pasa el tiempo y no pasa nada. Finalmente, la primera es Patricia Bullrich. Sube al escenario de su bunker rodeada de la plana mayor de Juntos por el Cambio – Macri incluido, cara adusta –, y dice: “Vinimos a ratificar con toda la fuerza los valores de nuestra causa. Nuestros valores no están a la deriva, no se venden ni se compran.”
El segundo es Javier Milei. Su bunker está en un hotel llamado Libertador. Aparece acompañado por su candidata a gobernadora Carolina Píparo, su candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel. Dice: “Yo vengo a dar por terminado el proceso de agresiones y ataques, y estoy dispuesto hacer tabula rasa, a barajar y dar de nuevo con el objetivo de terminar con el kirchnerismo.” Muy significativamente agrega: “Todos los que queremos un cambio tenemos que trabajar juntos.” Juntos, cambio. Un hilván de palabras nada inocente.
El último en hablar es Sergio Massa. Sube al escenario solo. Sin su mujer, sin su candidato a vicepresidente Agustín Rossi, sin Axel Kicillof, el gobernador peronista de la provincia de Buenos Aires que acaba de ser reelecto. Lo viva la multitud encendida y él reprime, apenas, un gesto de emoción. Entre el disimulo de la derrota de Bullrich y la megalomanía de Milei, la emoción de Massa es extrañamente genuina y, por supuesto, la primera pregunta que me hago es cuán genuino puede ser un hombre que ha tenido tantos disfraces. Habla sereno. No celebra los cantos contra los rivales. No menciona a Alberto Fernández ni a Cristina Kirchner. Es un hombre que se desprende de la atmósfera kirchnerista como un balón de helio: yo floto allá arriba, en ninguna parte. Dice: “Vamos a convocar a un gobierno nacional de unidad […] Quiero convocarlos a que pongamos punto final a la idea de la destrucción del otro. […] La grieta se murió.” La grieta es la divisoria de aguas entre kirchneristas y antikirchneristas, que Massa pretende suturar hablándoles a los suyos pero también a los votantes moderados de Juntos por el Cambio, a los de Schiaretti y Bregman.
Mi pareja y yo llamamos por teléfono a una pariente que es kirchnerista. La videollamada la muestra a ella y a una amiga festejando con champagne. Nosotros también brindamos, aunque no por lo que brindan ellas. Les cantamos un poco la marcha peronista.
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Esa noche, Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente de Brasil que apoyó a Milei durante la campaña, da una entrevista en el canal LN+. Dice: “Luego de lo que dijeron Bullrich y Milei […] seguramente en los bastidores están hablando para armar una coalición antikirchnerista.” No parece posible que una mujer que fue acusada por Milei de poner bombas en jardines de infantes, y que se desgañitó gritando que Milei era un peligro, arme un frente común con él. Pero pienso en esas palabras que mencionó Milei al final de su discurso: juntos, cambio. El hijo de Bolsonaro usa un sujetador de corbata que tiene la forma de una ametralladora AK-47.
25 DE OCTUBRE, MIÉRCOLES_Paso la mañana fuera de mi casa. Regreso. Entro a mi departamento, enciendo el televisor y veo a Patricia Bullrich leyendo un documento como si le costara leer. En realidad, como si no supiera leer. Rígida, trabada. A su lado está Luis Petri, su candidato a vicepresidente. Bullrich anuncia que tuvieron una reunión con Milei y que han decidido unirse a La Libertad Avanza: “La mayoría de la argentinos eligió un cambio. Nosotros representamos una parte de ese cambio. No podemos ser neutrales. Estamos ante el dilema del cambio o la mafia. Cuando la patria está en peligro todo está permitido.” Al terminar la lectura, los periodistas le hacen preguntas. Antes de responder, Bullrich mira a Petri, como preguntándole si quiere decir algo. Pero él nunca quiere decir nada. Es como estar viendo a dos víctimas propiciatorias ejecutadas en público.
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Lo que pasó: después de las elecciones del domingo, Mauricio Macri llamó a Javier Milei y lo convocó a su casa. Milei fue. Poco después llegó, también convocada por Macri, sin saber con quién se encontraría, Patricia Bullrich. Cuando ella entró, Macri dijo: “Acá llegó la montonera.” Bullrich lanzó una chanza: “La que pone bombas en jardines de infantes.” Milei respondió: “Sí, estuve mal, perdóname.” Y se abrazaron. En esa reunión, acordaron aunar fuerzas con un objetivo común: destruir al kirchnerismo.
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En la rueda de prensa que sigue a la lectura del comunicado, Bullrich asegura que “anoche tuve una charla y nos perdonamos mutuamente. Está en juego algo más importante”. Mientras habla, reviso lo que dijo tres días atrás, durante su discurso en el bunker: “Nuestros valores no están a la deriva, no se venden ni se compran.” Supongo que los habrá alquilado.
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Minutos después del comunicado de Bullrich, estampida: políticos de Juntos por el Cambio dicen que se sienten traicionados, que nadie los consultó. Dos miembros radicales de esa alianza, Gerardo Morales, gobernador de Jujuy y presidente de la Unión Cívica Radical, y Martin Lousteau, candidato a jefe de gobierno de Juntos por el Cambio que perdió en las Paso ante su competidor, Jorge Macri, primo de Mauricio Macri, dan una conferencia de prensa en la que leen un comunicado definiendo la postura del radicalismo (partido al que pertenecía Raúl Alfonsín, el primer presidente de estos últimos cuarenta años de democracia, a quien Milei considera “el peor de la historia”: a un muñeco que usaba como punching ball le pegó una foto del rostro Alfonsín). Van a mantenerse neutrales, no apoyan a ninguno de los dos candidatos. El comunicado es casi amable comparado con lo que dicen a continuación, en la rueda de prensa: que Bullrich, con su decisión, acaba de disolver la alianza Juntos por el Cambio, que escucharla les dio vergüenza, que “Macri está feliz, esto es lo que quería desde el principio: joderle la vida a Juntos por el Cambio, joderla a Patricia y terminar con Milei.”
Parece una canción del dúo Pimpinela: “Me engañaste, me mentiste […]/me pediste que espere por ti, hoy te quedas con ella.”
26 DE OCTUBRE, JUEVES_Regreso a Montevideo para dar clases en una fundación. Ya en el hotel, reviso noticias. Milei subió a sus redes un meme en el que se ve a un león (que lo representa a él) abrazando a un pato (que representa a Bullrich, a quien llaman Pato), ambos envueltos en la bandera argentina. Recibo un mensaje de mi pareja: “Barrionuevo se bajó”. En efecto, el sindicalista Luis Barrionuevo ha decidido no seguir apoyando a Milei. Lo explica de manera asombrosa: “No puedo ni voy a acompañar esta sorpresiva alianza entre el partido de Milei, Mauricio Macri y Patricia Bullrich […] Patricia Bullrich […] desvirtúa y contradice frontalmente los pilares que me motivaron a respaldar a Milei. No voy a compartir un mismo esfuerzo político con alguien que es la encarnación del castigo al pueblo trabajador.” ¿Milei es alguien que no representa “un castigo para el pueblo trabajador”?
Todo es otra cosa, nada es lo que parece. En la serie The Boys, la corporación internacional Vought controla el crimen a través de un grupo de superhéroes, Los siete, liderado por un rubio tétrico, Homelander. Aunque Los Siete representan públicamente a personajes heroicos, solidarios y preocupados por la ciudadanía son, en las sombras, egomaníacos, corruptos y sombríos. Homelander el que más.
27 DE OCTUBRE, VIERNES_Escándalo. Javier Milei fue entrevistado en el canal América24 por un conductor, Esteban Trebucq, que nunca ocultó su apoyo al candidato. Hay comentarios negativos acerca de la forma en que Milei perdió el control al escuchar bullicio en el estudio: “Si un ruido de fondo lo pone así, imaginate lo que le puede producir un corte de calle.” Pero lo impresionante es el momento en que se refiere al meme del león abrazando al pato: “Frente al anuncio de Bullrich, yo posteé un meme […] Solo en mi cuenta de Instagram, el posteo tiene 1 millón de likes. Lo que quiero decir es…” Hace una pausa y continúa en un fraseo mordido y gozoso con gestos que recuerdan al desquiciado personaje de Brad Pitt en la película Doce monos: “Así como hay un salame o tres salames opinando desde una computadora, ¿sabes qué? Mientras que esos miran a la señorita por Internet, yo estoy en el medio de sus sábanas.” Me quedo esperando que las hordas de la cancelación se le echen encima. Pero no pasa nada.
28 DE OCTUBRE, SÁBADO_Un día espléndido. El cielo parece un palacio vacío. Planeo dar mi clase en la mañana, correr una hora por la rambla, escribir. Mientras desayuno, leo que Mauricio Macri dijo, en una entrevista con Radio Mitre: “Para mi sorpresa, Antonia me dijo ‘Papá, no hay alternativa: tenés que apoyar a Milei’. Si Antonia me dice eso, para mí es palabra sagrada.” Antonia tiene 11 años. Abro el Diario.ar y busco la columna del poeta Fabián Casas. Encuentro esta frase: “Milei es un meme peligroso que encarnó en una persona.”
29 DE OCTUBRE, DOMINGO_Hoy, como ayer, las calles de Montevideo están desiertas. Los uruguayos migran por el fin de semana a Buenos Aires. Si una cena modesta en un restaurante de calidad media en Uruguay se paga 40 dólares, en la Argentina, por 20, se puede cenar en un restaurante estupendo. Y así con todo: la ropa, los hoteles, los taxis.
Los fandom – grupos de fans del mundo digital – están tomando posición. Los otaku, fans del animé, dicen “No a Milei” en la red social X: “La dolarización de la economía haría que se actualizaran los precios a un valor muchísimo mayor al que están en este momento, lo cual haría prácticamente imposible el consumo de manga.” La comunidad gamer, fanática de los videojuegos, está contra Massa con los mismos argumentos: “La reventada [subida] de impuestos haría que se actualizaran los precios a un valor muchísimo mayor al que están en este momento, lo cual haría prácticamente imposible el consumo de jueguitos […] en el gobierno de Massa”. Las swifties argentinas – fanáticas de la cantante Taylor Swift – anuncian: “El candidato Milei y su partido de La Libertad Avanza representan un peligro para la democracia y los derechos humanos de todos los argentinos, pero principalmente para las mujeres y diversidades. Como swifties […] no podemos votar eso. Milei es igual a Trump.” Dan argumentos más dignos que el precio del manga o los videojuegos, pero los comentarios dicen que, si gana Milei, con la economía dolarizada las entradas van a ser más baratas; o que, si gana Milei, como no se van a cobrar impuestos, las entradas también van a ser más baratas.
Hace poco un escritor y psicoanalista me dijo: “Ya no hay ciudadanos. Sólo quedan clientes.”
30 DE OCTUBRE, LUNES_En la Argentina falta nafta desde hace días. Hay cuadras de cola para cargar, gasolineras cerradas. Massa anuncia que si las empresas no distribuyen combustible, les va a impedir exportarlo desde mañana, martes. Patricia Bullrich aparece en LN+, entrevistada por Jonatan Viale y Viviana Canosa, una conductora que alababa a Milei, que después se peleó con Milei y comenzó a alabar a Bullrich, que ahora se conforma con que no gane Massa. Hablan de la falta de nafta.
– Lo que nos está pasando es el anuncio de la tragedia argentina que el día 19 de noviembre explota – dice Bullrich –. Está explotando antes. Ojalá explote antes, porque la realidad, la gente…
Jonatan Viale balbucea, al rescate: “Pero si explota antes…”. Otro periodista, fuera de cámara, dice: “Si explota antes nos perjudicamos todos.” Bullrich despierta del hechizo e intenta retroceder:
– No, ¿sabés lo que pasa? No es “Ojalá que explote”. Es que ya explotó. Entonces lo único que quieren es ganar las elecciones para después ir a una situación en la que van a llevar al país al 80, 85 por ciento de pobres.
Canosa acota:
– ¿Cómo puede ser que este tipo [refiriéndose a Massa] sea el más votado? […] Si viven en este país, no sé por qué lo votan. Pero la campaña del miedo les funcionó.
Si la de Massa es la campaña del miedo, la de Milei ¿qué sería?
31 DE OCTUBRE, MARTES_Regreso muy temprano desde Montevideo. En el taxi hacia mi casa leo los diarios.
Se anuncia que el gobierno compró combustible importado, que llegará en breve en barcos salvadores. El analista político Carlos Pagni publica un artículo en el diario La Nación en el que dice que Massa “se olvidó” de que la empresa estatal, YPF, necesitaba dólares para comprar combustibles y que, al no tenerlos, suspendió la operación de dos refinerías: “Y allí (se presenta) una vez más el estilo Massa. Consiguió comprar el combustible de un par de barcos […], calculó que ese combustible podría estar a disposición el martes a la noche y, una vez que hizo todo ese cálculo, dijo: “El martes a la noche conmino a la petroleras a que entreguen el petróleo porque, si no, no las voy a dejar exportar petróleo. […] Massa, que nos dejó sin nafta, aparece como el que nos consigue la nafta. Es maravilloso. Hay que aplaudir esa habilidad, habilidad que no tiene la oposición”.
Por la tarde, magia: el combustible aparece.
1 DE NOVIEMBRE, MIÉRCOLES_Después de las declaraciones de la ahora diputada electa Lila Lemoine acerca de la ley de renuncia a la paternidad, y del descontrol de Milei en el programa de Esteban Trebucq, nadie de La Libertad Avanza puede hablar con los medios. Sólo hay dos voceros. Diana Mondino, actual diputada y posible canciller, y Guillermo Francos, eventual ministro del interior. Hoy, Diana Mondino dice en LN+ y en radio La red que “el mercado de órganos es fantástico. Todo el mundo cree que te […] van a cortar en pedacitos y te van a sacar un riñón. No señor. Mercado es el nombre técnico”. Más allá de cualquier opinión, lo de la venta de órganos es paradójico: Milei propone una sociedad organizada en torno al libre mercado, hípercapitalista, rica, abundante. ¿Por qué, en una sociedad así, la gente tendría tanta necesidad de dinero que debería venderse en pedazos?
Esa noche en el canal TN, opositor al kirchnerismo, Massa dice que, de triunfar, empezará a implementar sus propuestas a partir del día siguiente de la elección: “el nuevo diseño del Estado; la unificación de algunas empresas públicas; el reordenamiento del sistema tributario […] Esa misma vocación de diálogo es […] la que le va a permitir a la Argentina tener un gobierno de unidad nacional con integrantes de distintas fuerzas políticas, económicas y sociales.” Sigue en modo “Ommm”, y yo imagino que debe costarle mucho.
2 DE NOVIEMBRE, JUEVES_El estilo clonazepam es un hit. Milei acaba de subir un video a sus redes. Lee como si lo hubieran desconectado de la corriente eléctrica, impasible: “Conmigo sigue la educación pública, pero no con Baradel en el medio sacándoles días de clases a tus hijos.” Roberto Baradel dirige el gremio de docentes de la provincia de Buenos Aires, que ha realizado huelgas por reclamos salariales con la consiguiente suspensión de clases. Milei: “Sigue la salud pública, pero sin vacunación VIP”, dice, refiriéndose a los amigos del ministro de salud que se saltaron la prioridad en el turno de la vacuna contra el Covid-19. “Siguen los planes hasta que se transformen en puestos de trabajo sin [Juan] Grabois robando en el medio”, dice, refiriéndose a los planes de ayuda social que el gobierno destina a las personas sin ingresos, y acusando a Juan Grabois, un dirigente social peronista, de quedarse con un porcentaje en la intermediación. “Se termina la inflación y el tren y el colectivo los vas a poder pagar sin que nadie te ayude”, dice, refiriéndose al precio del transporte público, que ahora está subsidiado y que prometió privatizar, promesa que Massa aprovechó para esparcir la idea de que, si gana Milei, el pasaje de tren costará 1.000 pesos (1 dólar: imposible para personas con un sueldo mínimo). Sobre el final del video mira a cámara y dice, como si recordara que tiene que leer el lema que lo trajo hasta acá, “Viva la libertad, carajo”, en el mismo tono en que alguien podría decir “Dame ese vaso”. Para reforzar el mensaje, el dirigente juvenil de La Libertad Avanza, Iñaki Gutiérrez, publica en X: “Tranquilos. Jubilaciones, sí. Salud pública, sí. Planes sociales, sí. Educación pública, sí. ¿Qué cambia entonces? Que los políticos pagan el ajuste.”
Milei sostenía que “el mejor sistema de salud posible es un sistema de salud privado”; que la educación no es un derecho “porque alguien lo tiene que pagar, no es gratis”, y que los trenes debían dejar de ser públicos. En su plataforma se propone “una reforma previsional para recortar el gasto del Estado en jubilaciones y pensiones […] alentando un sistema de capitalización privado”. Hay un verso de James Tate: “El Palacio de la Memoria/no tiene memoria. Todo le da igual.”
3 DE NOVIEMBRE, VIERNES_Sólo se habla de lo que sucedió ayer, jueves, en la playa de Copacabana. Cientos de hinchas de Boca acudieron a Rio para ver la final de la copa Libertadores que disputan ese equipo y Fluminense. Fueron agredidos por hinchas de Fluminense, la policía reprimió con gases lacrimógenos. Los canales regurgitan imágenes de las corridas, el humo, las banderas. Yo las miro porque quiero ver el mar, que ahora siento tan lejos.
4 DE NOVIEMBRE, SÁBADO_Busco, como una adicta que rastrea su dosis, noticias sobre las elecciones entre un océano de novedades sobre la copa Libertadores. Pesco, en un canal de televisión, un acto de Milei en el partido de Tres de Febrero, en el conurbano. Grita que para él es importante estar ahí porque el 3 de febrero es la fecha del Combate de San Lorenzo, el puntapié inicial de la gesta sanmartiniana, el comienzo de la independencia de América. La gente celebra con fervor. Grita que el 3 de febrero es también la fecha de la batalla de Caseros, en la cual el general Urquiza, en 1852, derrotó “al tirano Juan Manuel de Rosas” que estaba al frente del ejército de la “por entonces Confederación argentina”. La gente celebra con más fervor. ¿En verdad recuerdan esos recovecos de la historia argentina del siglo XIX? Yo, a duras penas. Milei sigue: “Aunque ustedes seguramente no lo saben, yo viví mi infancia en Tres de Febrero y mi padrino también vivía acá, al lado del cuartel militar.” Todos lo vivan, muchos levantan motosierras de plástico, pero se ve que el acto no da mucho rating porque el canal vuelve a transmitir desde el estudio, donde una grafóloga analiza la firma de Maradona y dice que, a través de la grafología, “puede detectarse el cáncer incluso tres años antes que con un estudio médico”.
A final de tarde, veo que en una entrevista para LN+ – sí, otra vez –, Diana Mondino – sí, otra vez –, comparó el matrimonio igualitario con tener piojos: “Como liberal, estoy de acuerdo con el proyecto de vida de cada uno. Es mucho más amplio que el matrimonio igualitario. Dejame exagerar: si vos preferís no bañarte y estar lleno de piojos y es tu elección, listo. Después no te quejes si hay alguien a quien no le gusta que tengas piojos.” Los dichos de Mondino me recuerdan los de un militante del kirchnerismo con el que hablé hace poco. Decía que si él tuviera el poder “en un día se acaba la oligarquía argentina, los decapito y tiro las cabezas a la calle para generar terror”, y que Cristina Kirchner había sido “demasiado buena: se puso a hacer leyes que no le pedían y que después no le reconocieron, por ejemplo, dejar casar a los putos. La mayoría de los putos son antiperonistas ¿Para qué los querés? Si después no la defendieron a Cristina.”
Supongo que Mondino no representa el pensamiento de todos los votantes de Milei, así como supongo que ese hombre no representa el pensamiento de todos los votantes kirchneristas. O más bien: quiero suponer.
5 DE NOVIEMBRE, DOMINGO_Las encuestas suben y bajan. Massa va primero. Milei va primero.
Milei ya no habla tanto de la dolarización, que sus nuevos aliados consideran inviable.
Massa asegura que Cristina no tendrá un cargo en su gobierno.
Macri, desde las sombras, parece dirigir los destinos de Milei así como Cristina Kirchner, en reflejo inverso, permanece en las sombras para que Massa avance sin kirchnerismo a la vista.
Por la tarde, en un festival por los derechos humanos en conmemoración de los cuarenta años de democracia que se cumplen este año, me entrevistan en una radio. Preguntan si pienso que, en caso de no ganar Milei, se abre una oportunidad para revisar cómo fue que se llegó a esta situación. Digo que no lo creo. Que el poder opera como una red social: una burbuja en la que la gente pastorea convencida de que tiene razón, arengada por los que piensan como ellos, insultando a quienes no piensan igual.
8 DE NOVIEMBRE, MIÉRCOLES_Hablo con una mujer que vino a Buenos Aires desde la provincia de Salta, en el norte, a los 12 años. Tuvo una pareja, dos hijas, la pareja murió. Limpiar casas le permitió mandar a sus hijas al colegio (público). Cuando llegó el momento de mandarlas a la universidad (pública), se dijo “¿Cómo hago?” Alquiló una combie y empezó a trasladar escolares al colegio. Así pudo pagar la carrera de ambas: abogacía, arquitectura. Está desilusionada. La desilusión proviene del hecho de que Massa haya llegado tan lejos: “Milei tendría que haber ganado en primera vuelta. No entiendo cómo la gente puede votar a Massa.” Si se le pregunta por qué no habría que votar a Massa, dice: “Porque es peronista.” Si se le pide alguna otra razón, dice: “¿Le parece poco?” Hablo con un estudiante de segundo año de Derecho. Estudia en la UBA, la universidad pública. Tiene 20 años. Votó a Milei. Va a votar a Milei. Dice: “Quiero que explote todo.” A Massa no lo vota ni muerto: “Nunca votaría a un peronista.” Si se le pregunta por qué, dice “Porque el peronismo es el cáncer de este país. Si se acaba el peronismo, se acaban todos los problemas.”
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A Mauricio Macri su padre, Franco Macri, poderoso dueño de empresas automovilísticas y de la construcción, le decía “inútil”.
A Javier Milei su padre, Norberto, le daba palizas excepcionales.
Dos traumatizados por el padre se unen para vengarse del padre que, en este caso, sería el peronismo. La psicología barata es un arte argentino. A veces lo practico.
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Por la noche, la señal televisiva TN organiza un debate entre vicepresidentes: Agustín Rossi, de Unidos por la Patria, y Victoria Villarruel, de La Libertad Avanza. Ante una pregunta del candidato peronista – “¿Estás de acuerdo con la liberación de los genocidas?”, refiriéndose a los militares de la dictadura condenados por delitos de lesa humanidad –, Villarruel responde lo siguiente, que podría leerse como una evasiva pero no lo es: “Reconozcamos que acá hubo víctimas del terrorismo que no tienen derechos humanos, muchas de esas personas también están detenidas. Por ejemplo, Amelong es una persona cuyo padre fue asesinado por Montoneros, en democracia, en la ciudad de Rosario, ciudad que vos conocés muy bien.” El ex teniente Juan Daniel Amelong formó parte de los grupos de tareas del Ejército que actuaron durante la dictadura en la ciudad de Rosario y tiene tres condenas a cadena perpetua por secuestros, tormentos, sustracción de menores, homicidio y desaparición forzada.
9 DE NOVIEMBRE, JUEVES_Hoy es el primer recital de los tres que dará Taylor Swift en Buenos Aires. Hay swifties acampando cerca del estadio de River, donde se harán los shows, desde hace cinco meses. Durante toda la jornada, los periodistas entrevistan al público que espera para entrar, en su mayoría mujeres jóvenes que, después de hablar de su amor por Swift, dicen: “Las swifties no votamos a Milei. No votes a Milei.”
Al final de la tarde tengo una reunión con una mujer de 65 años, escribana. Va a votar a Milei. Dice: “Villarruel es la que más me gusta, me parece una persona centrada.”
8 DE NOVIEMBRE, SÁBADO_Voy a renovar el pasaporte a una oficina del Aeroparque Jorge Newbery, donde puede hacerse un trámite ultra rápido: a cambio de 75 mil pesos (unos 70 dólares), el documento se emite en par de horas. El mío vence en marzo pero viajo mucho y los países exigen un pasaporte con más de seis meses de vigencia. Detrás de ese motivo hay un cálculo en el que trato de no pensar: quiero tenerlo al día, y quiero hacer el trámite antes de las elecciones. ¿Por qué? Respuesta tenebrosa: por las dudas.
Mientras espero la emisión, vamos con mi pareja a tomar algo a la costanera, frente al aeroparque. Entre el ruido de los aviones y el olor a combustible, escucho el mensaje de un amigo. Ayer tuvo una cena con su familia, se arrepiente de haber sacado el tema de las elecciones, generó tensión. Uno de sus familiares va a votar en blanco porque Milei le da miedo y no soporta la idea de votar a Massa, las dos hijas de ese familiar y sus novios van a votar a Milei. Sintió lo que yo ya presiento: que las relaciones entre las personas no serán las mismas. Que habrá que ver cómo encajan algunos el hecho de que seres a los que consideran buenos y por los que sienten cariño crean que Milei es una opción.
12 DE NOVIEMBRE, DOMINGO_En una semana será la votación definitiva. Y ese adjetivo, “definitiva”, suena, más que nunca, definitivo. El 19 de noviembre se acerca a un ritmo agónico, pero sólo puedo pensar en el lunes 20, el día después. Gane quien gane, la Argentina será un lugar distinto. Ya lo es: millones de ciudadanos coinciden en resucitar discusiones zanjadas – que en los setenta hubo “una guerra” en la que se cometieron “excesos” pero no hubo “terrorismo de estado” –, coinciden en que la salud y la educación no son derechos “porque alguien los tiene que pagar”. Coinciden en dinamitar consensos en torno al aborto legal, los derechos de las mujeres y las disidencias. Todo eso, si estaba larvado, ya despertó, y quien gobierne tendrá – tendría – que tenerlo en cuenta.
Esta noche, a las 21, se realizará un debate entre los dos candidatos. Será televisado y se espera que tenga, como los dos anteriores, más rating que un partido de fútbol. Lo cual es inexplicable. Si el discurso de Milei acerca de que los políticos mienten encarnó tanto y él es, ahora, un político, ¿por qué millones de personas estarían interesadas en mirar un debate entre dos mentirosos?
13 DE NOVIEMBRE, LUNES_El rating fue altísimo: 48,5 puntos, sumada la medición de los canales de aire y de la televisión paga. En el primer segmento, Massa se volvió hacia su adversario – que en las últimas semanas atemperó sus propuestas, e insinúa que privatizará, pero poquito; que dolarizará, pero más adelante; que liberará la venta de armas, pero en otro contexto –, y empezó a preguntar: “Javier, por sí o por no, ¿vas a eliminar los subsidios? Por sí o por no, ¿vas a dolarizar la economía? Por sí o por no, ¿vas a eliminar el Banco Central? Por sí o por no, ¿vas a arancelar las universidades?” Y así y así. Massa, que no fue interpelado por Milei acerca del hecho de ser ministro de economía en un país con, ahora, el 142 por ciento de inflación interanual – el dato se conoció hoy –, logró que el candidato de La Libertad Avanza reconociera que va a dolarizar; que va a acabar con el Banco Central; que Margaret Thatcher, la primera ministra británica durante la guerra de Malvinas entre Argentina e Inglaterra, le parece “una gran líder”; le enrostró haber trabajado en el Banco Central durante una pasantía décadas atrás y preguntó, sibilinamente, “¿Por qué no te renovaron la pasantía? Contale a la gente”, abriendo un cono de duda que insinúa que el odio de Milei contra el Central está basado en el deseo de venganza por aquel paso en falso. Milei resbalaba: “No me vas a condicionar, yo no respondo por sí o por no, dejá de mentir.” Hay medios oficialistas que exaltan a Massa como un político aplomado y sólido. Medios opositores que sostienen que Massa se mostró como un político prepotente y soberbio. Medios oficialistas que subrayan que Milei parecía titubeante y nervioso. Medios opositores que celebran que Milei haya logrado “no volverse loco” (sería algo así como un “triunfo psiquiátrico”).
El veredicto, de todas maneras, es unánime: la supremacía fue de Massa. Pero el debate no tenía como finalidad convencer a los convencidos sino sumar votos indecisos. Algunos opinan que Milei quedó expuesto en su ignorancia, y que eso no le sumará votantes. Otros, que la firmeza de Massa fue en realidad maltrato, y que eso no le sumará votantes. Muchos creen que son esas características – la ignorancia como demostración de frescura, la firmeza como demostración de capacidad –, las que atraerán, a un bando u otro, a quienes aún no han decidido. Yo imagino un montón de gente preguntándose, ante el mostrador de una heladería, “¿Limón o vainilla?” Un helado, un presidente: la misma banalidad.
Después del debate, Milei se quejó: aseguró que, cada vez que él hablaba, los partidarios de Massa presentes en el sitio tosían a propósito para desconcentrarlo, lo que dio lugar a una serie de burlas y un oficio nuevo: tosedor.
Mientras tanto, en la señal de cable TN, Victoria Villarruel se pronunció nuevamente: dijo que en caso de llegar al gobierno, reabrirá el debate acerca de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, vigente desde 2020, porque hay “mujeres que están abortando chicos a término”, y que el predio de la ex-Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), donde operó un campo de detención clandestino durante la dictadura en el que se torturó y asesinó cinco mil personas, y donde hoy funciona el Espacio para la Memoria –que reúne diversas instituciones dedicadas a los derechos humanos –, son “17 hectáreas que podrían ser disfrutadas por todo el pueblo”. No aclaró disfrutadas de qué modo.
14 DE NOVIEMBRE, MARTES_Le bastaron un posteo y cinco horas para reunir una multitud en una esquina. “Hoy nos vemos en Callao y Santa Fe”, posteó Victoria Villarruel a las 11.41 en sus redes, y a las 17 miles de personas estaban allí para una caminata vecinal espontánea en la que se veían carteles con la leyenda “República o Castrochavismo”, y en la que le pedían que firmara el libro que escribió junto a Carlos Manfroni titulado Los otros muertos: Las víctimas civiles del terrorismo guerrillero de los 70. Según sitio elDiarioar, una señora llamada María Esther dijo en la marcha: “Ella es divina. Pura clase.” Si gana Milei, ya tiene sucesora.
16 DE NOVIEMBRE, JUEVES_Lo mismo de siempre, pero acelerado: noticias falsas acerca de los candidatos; entrevistas agresivas o blandas a Milei y a Massa dependiendo del periodista que los entreviste; redes eyectando pus como cloacas. Conductores a los que nunca les han importado las islas Malvinas atacando a Milei por haber dicho que admiraba a Thatcher. Conductores a los que nunca les ha importado la gente pobre diciendo que con Massa la pobreza crecerá al 80 por ciento. Kickboxing, pero en la mierda. Todo a la vista como nunca antes. Un volcán que durante años permaneció reprimido y ahora eyacula su lava. Goloso, glotón, goloso.
17 DE NOVIEMBRE, VIERNES_Hoy los candidatos cerraron sus campañas. Milei, en la provincia de Córdoba. Sergio Massa en Buenos Aires, en el prestigioso colegio público Carlos Pellegrini.
Yo regreso a casa en subte, después de una entrevista, y en el vagón en el que viajo dos hombres jóvenes discuten a gritos. Uno defiende a Milei, el otro a Massa. Empiezan a empujarse, a golpearse, la gente se aparta, dos personas los obligan a bajar en la siguiente estación. Es un país desconocido, aterrador: gane quien gane, será difícil encauzar esta ferocidad.
¿Qué sigue ahora? La agonía de la espera. Allá vamos.
18 DE NOVIEMBRE, SÁBADO_Ayer Javier Milei asistió con su novia, Fátima Florez, al Teatro Colón, de Buenos Aires. Se representaba Madama Butterfly. Durante el intervalo, algunos empezaron a vivarlo y otros a cantar: “Milei, basura, vos sos la dictadura”. Un músico, desde el escenario, tocó compases de la Marcha Peronista. Ya no sé quiénes somos, quiénes fuimos. Quiénes seremos. Es como si el día de mañana fuera un error del tiempo.
19 DE NOVIEMBRE, DOMINGO_Me levanto temprano. Voto. Regreso a casa. Miro noticias. Salgo a correr. Vuelvo. Meto el pan que amasé en el horno. Todo lo hago de manera automática. Estoy anestesiada por una lejanía defensiva que no me ayuda a mirar mejor.
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A las seis de la tarde cierran los comicios. Poco después comienza a marcarse una tendencia. La televisión transmite desde los bunkers pero no necesito televisión para saber que el de Unidos por la Patria, a cuatro cuadras de mi casa, permanece silencioso. En el de Milei empiezan a verse rostros sonrientes, festejos módicos.
Escucho la frase por primera vez a las ocho y veinte de la noche. La pronuncia Sergio Massa, que da su discurso en el bunker antes de que se conozcan datos oficiales. Agradece su equipo, a los once millones de personas que lo votaron. Y entonces dice: “Llamé a Javier Milei para felicitarlo porque es el presidente que la mayoría de los argentinos eligió para gobernarlos.” Siento, literalmente, que se me hiela la sangre.
Un minuto después de conocerse los resultados me llegan mensajes de amigos desde España, Chile, México, Colombia. Dicen algo que podría resumirse así: “Querida, qué desastre. Aquí tienes casa, trabajo, lo que necesites.” Son mensajes de cariño que me producen horror.
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A las 21.54, la hermana de Milei, Karina, sube al escenario del bunker de su partido, en el hotel Libertador, y dice: “Quiero presentarles al presidente electo: ¡Javier Milei!” Milei aparece, la gente grita: “¡Libertad, libertad!” Milei lee. Agradece a “el presidente Macri y la señora Patricia Bullrich que desinteresadamente pusieron el cuerpo para lo que la Argentina necesita”. Y sigue: “Hoy comienza la reconstrucción de la Argentina. Hoy se termina el modelo del estado omnipresente. El modelo de la decadencia ha llegado a su fin. Sabemos que hay gente que se va a resistir. A todos ellos quiero decirles: dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada.”
Pero, ¿cuál será la ley?
20 DE NOVIEMBRE, LUNES_Me despierto con una oscura sensación de irrealidad. Leo los titulares de los diarios para confirmar que el día de ayer sucedió. Ahí está la frase: “Milei, presidente electo.” Ahí están los números: superó con el 55,69 por ciento a Massa, que obtuvo un 44,30. Más de once puntos, un abismo de casi tres millones de votos de diferencia.
Empieza el Día Después. Durará cuatro años. Quizás más. Nos espera un país desconocido. Tantos estaremos, por mucho tiempo, caminando entre extraños.